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“La comunidad internacional debe mostrar que la política asegurará protección [a los refugiados] tal como garantizan los tratados internacionales”, dijo Martina Liebsch, directora de Política de Caritas Internacional.
Existen unos diez millones de refugiados en el mundo actualmente. En tornos a dos tercios están atrapados por crisis de cinco o más años. Las mujeres son el 49% de la población refugiada, lo que significa que unos tres millones se encuentran afectadas por crisis de larga duración. Frecuentemente huyen de conflictos en lugares como Colombia, Sudán, Irak y Afganistán. A menudo viven en lugares inseguros tales como campos improvisados sin protección.
“Las mujeres pueden ser víctimas de violencia en estos campos –dijo Martina Liebsch--. Son más vulnerables a los ataques dado que frecuentemente tienen que dejar los campos para buscar suministros básicos para sus familias, tales como leña y agua”.
Caritas afirma que proporcionar mejor seguridad en los campos es esencial, así como hacer más fácil a las mujeres informar sobre actos de violencia y tener acceso a procedimientos judiciales.
“Los programas de apoyo sobre supervivencia para las mujeres son un factor clave –dijo Martina Liebsch--. Si se da a una mujer la capacidad de proveerse a sí misma y a su familia en un entorno seguro, no se verá forzada a asumir riesgos saliendo fuera del campo”.
Caritas ha ayudado a 12.000 personas en Darfur, Sudán, poniendo en marcha centros que proporcionan actividades tales como fabricación de pan, confección de ropa y generación de ingresos con un molino de grano.
Caritas afirma que la experiencia práctica en campos de refugiados en Benin, África Occidental, muestra que proporcionar papeles de liderazgo a las mujeres mejora su seguridad. Les da una palabra en el modo de gestionar los campos y tener voz eleva su perfil. Las actividades de construcción de la paz entre las refugiadas y la comunidad que acoge puede también reducir las tensiones.
“El mejor modo de proporcionar seguidad es resolver la crisis misma de manera que los refugiados puedan volver a casa --concluyó Martina Liebsch--. Las alternativas son apoyar la integración en la comunidad de acogida o reasentarles en otro país. Lograr esto significa apoyar habilidades que entrenen a la gente para que pueda crearse una nueva vida”.
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